– Conservar el suelo: Preservar la riqueza del suelo es proteger la base de nuestra existencia. Cuidar cada capa es una promesa de prosperidad para las generaciones venideras.
– Incorporación de microorganismos benéficos, defender los microorganismos: En la lucha por un suelo saludable, incorporar y proteger a los microorganismos beneficiosos es nuestro deber. Son los guardianes silenciosos de la fertilidad y la biodiversidad.
– Uso de ácidos húmicos, fúlvicos y aminoácidos: Enriquecer la tierra con ácidos húmicos, fúlvicos y aminoácidos es darle el impulso necesario para cosechar no solo cultivos abundantes, sino también la promesa de una tierra más resiliente.
– Un suelo pobre hace pueblos pobres: El destino de las comunidades está entrelazado con la salud del suelo. Un suelo empobrecido significa oportunidades limitadas. Enriquezcamos el suelo para construir sociedades prósperas.
– Hagamos suelos ricos, plantas sanas, animales sanos, humanos sanos, ríos sanos: La salud de la tierra refleja la salud de todo lo que toca. Al nutrir nuestros suelos, estamos sembrando la semilla para la salud integral: desde las plantas y animales hasta nosotros y nuestros ecosistemas acuáticos.
– Salvemos el suelo y el suelo nos salvará: La reciprocidad entre el suelo y nosotros es la clave. Salvemos el suelo con respeto y cuidado, y el suelo nos devolverá con cosechas abundantes, aire limpio y una conexión renovada con la naturaleza.
– Porque esto no solo se trata de agricultura, se trata de salvar al planeta: La restauración del suelo va más allá de las fronteras de las granjas. Es un compromiso global para preservar nuestro hogar, para que cada paso que demos en la tierra sea un paso hacia la salvación de nuestro planeta.
